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S'estan mostrant les entrades d'aquesta data: gener, 2018

ESTOY DE ACUERDO CON INÉS ARRIMADAS. SOBRE EL MITO DE LA FRACTURA SOCIAL

Inés Arrimadas se pasó la pasada campaña electoral diciendo que quería ser la presidenta de todos los catalanes. Y, ahora, se queja de que su pronóstico es que el nuevo gobierno de Cataluña no gobernará para todos los catalanes. Estoy de acuerdo con ella: el propósito de todo gobernante es tomar decisiones tanto para los que lo votaron como para los que no lo votaron. No miento: hace años, el concejal de cultura del ayuntamiento de Cornellà de Llobregat, al que no nombro porque murió joven, se dedicó a hablar mal de mí de forma persistente y en lugares públicos. Fui a ver al alcalde de entonces, Pepe Montilla, y le pregunté si ese concejal no era también mi concejal, a pesar de que todo el mundo sabía que yo no les había votado, y por tanto me debía un respeto como ciudadano. Montilla me dio la razón y me dijo que hablaría con él para que no volviera a suceder (lo de hablar mal de mí en público, en privado el político puede hacer lo que le plazca). Sí, Arrimadas tiene razón: el pr

UN CIELO ENVOLVENTE, UNA ESCRITURA SIN MOLDES

He oído decir a David G. Torres que eso que llamamos arte contemporáneo se conduce como un fenómeno o un lugar que atrae a todos aquellos creadores que se salen de lo oficial en sus respectivos marcos de actuación. No sé si la idea es suya, hoy en día es absurdo incluso plantear ese despropósito, todas las ideas acaban siendo de todas y de todos, y los que no tienen ideas llegan a presidente del gobierno español. En cualquier caso, el supuesto es interesante. Los cineastas que utilizan el lenguaje cinematográfico para algo que vaya más allá de lo comercial y la taquilla como obsesión acaban en el museo. La gente del mundo de la danza que no se limitan a lucir la técnica por la técnica o ciertos músicos que se alejan de la sala de conciertos como ritual intocable acaban en los centros de arte contemporáneo… El asunto viene a cuento porque es el propio David G. Torres quien, a la hora de escribir lo que podríamos llamar una novela,   “Cielo”, se salta los moldes de lo que enten